martes, 12 de noviembre de 2013

LIBRO DEL MES DE NOVIEMBRE: "El curioso incidente del perro a medianoche", de Mark Haddon

El curioso incidente del perro a medianoche es una novela que no se parece a ninguna otra. Elogiada con entusiasmo por autores consagrados como Oliver Sacks e Ian McEwan, ha merecido la aprobación masiva de los lectores en todos los países donde se ha publicado, además de galardones como el Premio Whitbread y el Premio de la Commonwealth al Mejor Primer Libro.

Su protagonista, Christopher Boone, es uno de los más originales que han surgido en el panorama de la narrativa internacional en los últimos años, y está destinado a convertirse en un héroe literario universal de la talla de Oliver Twist y Holden Caulfield.

A sus quince años, Christopher conoce las capitales de todos los países del mundo, puede explicar la teoría de la relatividad y recitar los números primos hasta el 7.507, pero le cuesta relacionarse con otros seres humanos. Le gustan las listas, los esquemas y la verdad, pero odia el amarillo, el marrón y el contacto físico. Si bien nunca ha ido solo más allá de la tienda de la esquina, la noche que el perro de una vecina aparece atravesado por un horcón, Christopher decide iniciar la búsqueda del culpable.

Emulando a su admirado Sherlock Holmes —el modelo de detective obsesionado con el análisis de los hechos—, sus pesquisas lo llevarán a cuestionar el sentido común de los adultos que lo rodean y a desvelar algunos secretos familiares que pondrán patas arriba su ordenado y seguro mundo.

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Mark Haddon nació 1963 en Inglaterra. Ilustrador, pintor, poeta, profesor de escritura creativa y guionista de televisión. Ha trabajado con niños con deficiencias físicas y mentales. Su novela El curioso incidente del perro a medianoche (publicada en idioma original el 2003, y en español el 2004) es un reflejo de ello y ha sido un éxito desde su publicación.

El año 2003 gano el premio Whitbread al mejor libro del año. Al respecto, señala en una entrevista en el diario ABC: “Fue una enorme sorpresa. La cosa funcionó cuando liberé mi forma de escribir y me permití a mí mismo ser divertido. No es que el libro sea gracioso -unos lo ven así, otros lo juzgan al revés-, pero en mis novelas trato de hacer algo que veo en los grandes escritores que me gustan, como Jane Austen y Charles Dickens, que eran muy divertidos; también en Shakespeare hay momentos de gran hilaridad”.
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- Según un artículo en el diario El País, del 21 de septiembre de 2013, 'El curioso incidente del perro a medianoche' arrasa en el West End de Londres. La versión teatral de la novela de Mark Haddon se llevó siete premios Olivier

La imagen que sigue pertenece al montaje teatral de la obra en Londres:


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Éste es un fragmento de la novela:

CAPÍTULO 11

Entonces llegó la policía. A mí me gustan los policías. Llevan 
uniformes y números y uno sabe lo que se supone que tienen que 
hacer. Había una policía y un policía. La mujer policía tenía un 
pequeño agujero en las medias a la altura del tobillo izquierdo y 
un arañazo rojo en medio del agujero. El policía llevaba pegada a 
la suela del zapato una gran hoja naranja, que le sobresalía por un 
lado. 
La mujer policía rodeó con los brazos a la señora Shears y 
la llevó de vuelta a la casa. 
Levanté la cabeza de la hierba. 
El policía se agachó junto a mí y dijo: 
—¿Quieres contarme qué está pasando aquí, jovencito? 
Me senté y dije: 
—El perro está muerto. 
—De eso ya me he dado cuenta —dijo él. 
—Creo que alguien ha matado al perro —dije. 
—¿Cuántos años tienes? —preguntó el policía. 
—Tengo 15 años, 3 meses y 2 días —dije. 
—¿Y qué hacías exactamente en el jardín? —preguntó. 
—Tenía al perro en brazos —dije. 
—¿Y por qué tenías al perro en brazos? —preguntó. 
Una pregunta difícil. Era algo que yo quería hacer. Me 
gustan los perros. Me ponía triste ver que el perro estaba muerto. 
Como me gustan los policías quería responder 
adecuadamente a la pregunta, pero el policía no me dio el tiempo 
suficiente para dar con la respuesta correcta. 
—¿Por qué tenías al perro en brazos? —preguntó otra vez. 
—Me gustan los perros —dije. 
—¿Has matado al perro? —preguntó. 
—Yo no he matado al perro —dije. 
—¿La horca es tuya? —preguntó. 
—No —dije. 
—Parece que esto te ha alterado mucho —dijo. 
Me estaba haciendo demasiadas preguntas y me las estaba 
haciendo demasiado rápido. Se me amontonaban como los panes 
en la fábrica donde trabaja el tío Terry. La fábrica es una 
panificadora y él maneja la máquina de rebanar. A veces la 
máquina no va lo bastante rápido pero el pan sigue llegando hasta 
causar un bloqueo. A veces me imagino mi mente como si fuera 
una máquina, aunque no siempre como una rebanadora de pan. 
Hace que me sea más fácil explicarles a los demás lo que pasa en 
mi interior. 
El policía dijo: 
—Voy a preguntarte una vez más... 
Volví a rodar sobre la hierba y pegué la frente al suelo otra 
vez e hice ese ruido que Padre llama gemido. Hago ese ruido 
cuando llega demasiada información a mi cabeza desde el mundo 
exterior. Es como cuando estás alterado y sujetas la radio contra 
la oreja y la sintonizas entre emisoras y lo único que se oye es eso 
que llaman ruido blanco, y entonces subes el volumen al máximo 
y sabes que estás a salvo porque no puedes oír nada más. 
El policía me agarró del brazo y me hizo ponerme en pie. 
No me gustó que me tocara de esa forma. 
Y entonces le pegué. 


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